“EL ARTE DE LA AUSENCIA” – ALEJANDRO DOLINA (FRAGMENTO ESCOGIDO: DE “EL LIBRO DEL FANTASMA”)

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Dolina FragmentosEn el teatro oriental, sucede en ciertos momentos que un solo actor canta o baila y los demas permanecen sentados de espaldas al público. Kameko Kichizaemon, un famoso actor de kabuki del siglo XVIII, escribió que no era conveniente que el actor se relajara ni aún en la más pasiva de las situaciones. «Cuando estoy sentado ejecuto toda la danza en mi mente. Si no lo hiciese, la vista de mi espalda aburriría al espectador».

En occidente, las virtudes teatrales de la omisión fueron ejercidas del modo más sublime por el ya legendario Ian Wilenski. Como todos sabemos, este artista continuaba desarrollando su energía actoral aún cuando su personaje no estuviera en el escenario. A decir verdad, era precisamente en esos momentos de ausencia cuando Wilenski hacía notar su increíble capacidad de no expresar.

“LA MUERTE DEL OTRO: EL FIN DEL MUNDO” – JACQUES DERRIDA (FRAGMENTO ESCOGIDO: DE “CARNEROS”)

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Derrida FragmentosUn cogito del adiós, ese saludo sin retorno, signa la propia respiración del diálogo, del diálogo en el mundo o del diálogo más interior. Entonces el duelo deja de esperar. Ya en ese primer encuentro la interrupción se anticipa a la muerte, la precede, enluta a cada uno con un implacable futuro perfecto. Uno de nosotros dos habrá debido quedarse solo, ambos lo sabíamos de antemano. Y desde siempre. Uno de los dos habrá estado condenado, desde el comienzo, a llevar él solo, en él mismo, tanto el diálogo que le es preciso continuar más allá de la interrupción, como la memoria de la interrupción primera.

Y, diré sin la facilidad de la hipérbole, tanto como el mundo del otro. El mundo después del fin del mundo.

«BARTLEBY: UN PERSONAJE KAFKIANO» – JORGE LUIS BORGES (FRAGMENTO ESCOGIDO: DE “PRÓLOGO AL BARTLEBY DE HERMAN MELVILLE”)

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Borges FragmentosEn el invierno de 1851 Melville publicó «Moby Dick», la novela infinita que ha determinado su gloria. Página por página, el relato se agranda hasta usurpar el tamaño del cosmos: al principio el lector puede suponer que su tema es la vida miserable de los arponeros de ballenas; luego, que el tema es la locura del capitán Ahab, ávido de acosar y destruir la Ballena Blanca; luego, que la Ballena y Ahab y la persecución que fatiga los océanos del planeta son símbolos y espejos del Universo. Para insinuar que el libro es simbólico, Melville declara que no lo es, enfáticamente: «Que nadie considere a Moby Dick una historia monstruosa o, lo que sería peor, una atroz alegoría intolerable». La connotación habitual de la palabra alegoría parece haber ofuscado a los críticos; todos prefieren limitarse a una interpretación moral de la obra. Así, E.M. Forster (Aspects of the novel, VII): «Angostado y concretado en palabras, el tema espiritual de «Moby Dick» es, más o menos, éste: una batalla contra el Mal, prolongada excesivamente o de un modo erróneo».

“Bartleby o la fórmula” (FRAGMENTO ESCOGIDO DE “Herman Melville: Bartleby o la fórmula” – GILLES DELEUZE)

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Deleuze FragmentosBartleby no es una metáfora del escritor, ni el símbolo de nada. Se trata de un texto de una violenta comicidad, y lo cómico siempre es literal. Se asemeja a las narraciones de Kleist, de Dostoievski, de Kafka o de Beckett, con las cuales forma una subterranea y brillante secuencia. No quiere decir más de lo que literalmente dice. Y lo que dice y repite es PREFERIRÍA NO HACERLO, I would prefer not to. Es la fórmula de su gloria, y todos sus lectores fascinados la repiten. Un hombre delgado y pálido ha pronunciado esta fórmula que inquieta a todo el mundo. ¿En qué consiste la literalidad de la fórmula?

Se notará ante todo un cierto manierismo, una cierta solemnidad: el uso de prefer en este sentido es raro, y ni el jefe de Bartleby, el abogado, ni los empleados lo utilizan habitualmente (Extraña palabra que yo jamás utilizo…»). La fórmula más corriente sería I had rather not. Pero, por encima de todo, la extravagancia de la fórmula supera las propias palabras: aun siendo gramatical y sintácticamente correcta, su abrupta terminación NOT TO, al dejar en lo indeterminado aquello que rechaza, le confiere un carácter radical, una especie de función – límite. Y su repetición, su insistencia, la hacen aún más insólita en su totalidad. Susurrada con una voz suave, paciente, átona, se convierte en algo imperdonable, en un aliento único e inarticulado. En este sentido, está dotada de la misma fuerza- y desempeña el mismo papel- que si se tratara de una fórmula agramatical. (…)

La interpretación de las culturas (Fragmento escogido de «El club de los negocios raros» – G.K. Chesterton)

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Chesterton Fragmentos“El profesor Chadd acababa precisamente de publicar en una revista un artículo titulado: «Los intereses de los zulúes y la nueva frontera de Makango», en el cual, además de hacer un riguroso estudio científico de las costumbres del pueblo de T’Chaka, protestaba de forma vehemente contra determinadas injerencias de los ingleses y los alemanes en dichas costumbres. El profesor estaba sentado con la revista delante, las lentes centelleantes bajo la luz y una arruga en la frente, no de cólera, sino de perplejidad, en tanto que Basil Grant se paseaba de un lado a otro haciendo estremecer la estancia con su voz, jovialidad y su sólido paso.

-Lo que inspira mis objeciones no son sus opiniones, mi estimado Chadd -decía-, sino usted. Usted hace muy bien en defender a los zulúes, pero, a pesar de todo, no simpatiza con ellos. No cabe duda de que usted conoce la manera que tienen los zulúes de guisar los tomates y la oración que rezan antes de abrirle la cabeza a uno; pero, a pesar de todo, no los comprende tan bien como yo, que no distingo un cocodrilo de un caimán. Usted está más instruido, Chadd, pero yo soy más zulú. ¿Por qué será que los pintorescos salvajes de la tierra son defendidos siempre por gentes que constituyen su antítesis? ¿Por qué? Usted es un hombre sagaz, usted es un hombre benévolo, usted es un hombre enterado; pero, amigo Chadd, no es usted un salvaje. No viva usted más tiempo bajo esa ilusión. Mírese al espejo. Pregunte a sus hermanas. Consulte al bibliotecario del British Museum. Contemple este paraguas -y Basil alzó en el aire el triste aunque respetable objeto-. Contémplelo. Durante diez mortales años le he visto yo con este objeto bajo el brazo y no me cabe la menor duda de que ya lo llevaba usted a la edad de ocho meses. Sin embargo, nunca se le ha ocurrido lanzar un alarido salvaje y dispararlo como una jabalina… así… Y Basil arrojó por el aire el paraguas, que pasó rozando la calva del profesor y cayó con estrépito sobre un montón de libros, haciendo tambalearse un jarrón. El profesor Chadd no dio muestras de la menor emoción y continuó con la cara vuelta hacia la luz y con la frente arrugada.

Sobre la idea del Eterno Retorno (Fragmento escogido de «La insoportable levedad del ser» – Milan Kundera»

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Kundera Fragmentos“La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?

El mito del eterno retorno viene a decir que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros.

Sobre la falsa humildad (Fragmento escogido de «La metafísica de las costumbres» – IMMANUEL KANT)

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Kant FragmentosEn el sistema de la naturaleza el hombre (homo phaenomenon, animal rationale) es un ser de escasa importancia y tiene con los demás animales, en tanto que productos de la tierra, un precio común (pretium vulgare). Incluso el hecho de que les aventaje en el entendimiento y pueda proponerse fines a sí mismo sólo le da el valor externo de su utilidad (pretíum asus), el valor de un hombre para otro; es decir, el precio como mercancía en el comercio con estos animales como cosas, en el que, sin embargo, tiene un precio inferior todavía al del medio universal de cambio, el dinero, cuyo valor se llama por eso eminente (pretium emínens).

Ahora bien, el hombre, considerado como persona, es decir como sujeto de una razón práctico-moral, está situado por encima de todo precio; porque como tal (homo noumenon) no puede valorarse sólo como medio para fines ajenos, incluso para sus propios fines, sino como fin en sí mismo, es decir, posee una dignidad (un valor interno absoluto), gracias a la cual infunde respeto hacia él a todos los demás seres racionales del mundo, puede medirse con cualquier otro de esta clase y valorarse en pie de igualdad.

La comedia: el héroe y el ridículo (Fragmento escogido de «Meditaciones del Quijote» – Ortega y Gasset)

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Ortega y Gasset FragmentosSupone la tragedia en nuestro ánimo una predisposición hacia los grandes actos—de otra suerte nos parecerá una fanfarronada—. No se impone a nosotros con la evidencia y forzosidad del realismo, que hace comenzar la obra bajo nuestros mismos pies, y sin sentirlo, pasivamente, nos introduce en ella. En cierta manera, el fruir la tragedia pide de nosotros que la queramos también un poco, como el héroe quiere su destino. Viene, en consecuencia, a hacer presa en los síntomas de heroísmo atrofiado que existan en nosotros. Porque todos llevamos dentro como el muñón de un héroe. (…)

Don Quijote: héroe de carne y hueso (Fragmento escogido de «Del sentimiento trágico de la vida» – Miguel de Unamuno)

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Unamuno FragmentosDon Quijote se puso en ridículo, ¿pero conoció acaso el más trágico ridículo, el ridículo reflejo, el que uno hace ante sí mismo, a sus propios ojos del alma? Convertid el campo de batalla de Don Quijote a su propia alma; ponedle luchando en ella por salvar a la Edad Media del Renacimiento, por no perder su tesoro de la infancia; haced de él un Don Quijote interior -con su Sancho, un Sancho también interior y también heroico, al lado- y decidme de la tragedia cómica.

¿Y qué ha dejado Don Quijote?, diréis. Y yo os diré que se ha dejado a sí mismo, y que un hombre, un hombre vivo y eterno, vale por todas las teorías y por todas las filosofías. Otros pueblos nos han dejado sobre todo instituciones, libros; nosotros hemos dejado almas. Santa Teresa vale por cualquier instituto, por cualquier Crítica de la razón pura.

Es que Don Quijote se convirtió. Sí, para morir el pobre. Pero el otro, el real, el que se quedó y vive entre nosotros, ese sigue alentándonos con su aliento,  ese no se convirtió, ese sigue animándonos a que nos pongamos en ridículo, ese no debe morir. Y el otro, el que se convirtió para morir, pudo haberse convertido porque fue loco y fue su locura, y no su muerte ni su conservación, lo que lo inmortalizó mereciéndole el perdón del delito de haber nacido. Feliz culpa! Y no se curó tampoco, sino que cambió de locura. Su muerte fue su última aventura caballeresca; con ella forzó el cielo, que padece fuerza.

¿Qué hacer?: amar es dudar (Fragmento escogido de «Fragmentos de un discurso amoroso»- Roland Barthes)

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Barthes FragmentosMis angustias de conducta son fútiles, incesantemente cada vez mas fútiles, al infinito. Si el otro, accidental o descuidadamente, me da el número de  teléfono de un lugar donde puedo encontrarlo a tales horas, enloquezco de inmediato: ¿debo o no telefonearle? (no serviría de nada decirme que puedo telefonearle – tal es el sentido objetivo, razonable, del mensaje -, puesto que precisamente por ese permiso ya no se qué hacer)

Es fútil lo que aparentemente no tiene, no tendrá, consecuencias. pero para mí, sujeto amoroso, todo lo que es nuevo, lo que altera, no se recibe como si fuera un hecho si no como si fuera un signo que es necesario interpretar. Desde el punto de vista amoroso, el hecho se vuelve consecuente  puesto que se transforma enseguida en signo: es el signo, no el hecho, el que es consecuente (por su resonancia). Si el otro me ha dado ese nuevo número de  teléfono, eso ¿qué signo representa? ¿Era una  invitación a usarlo de inmediato, por placer, o solamente, llegado el caso, por necesidad? Mi respuesta será ella misma un signo, que el otro interpretará fatalmente, desencadenando así, entre él y yo, un  cruzamiento tumultuoso de  imágenes. Todo significa: mediante esta proposición yo me fraguo, me ato en el cálculo, me impido gozar.