“EL ARTE DE LA AUSENCIA” – ALEJANDRO DOLINA (FRAGMENTO ESCOGIDO: DE “EL LIBRO DEL FANTASMA”)

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Dolina FragmentosEn el teatro oriental, sucede en ciertos momentos que un solo actor canta o baila y los demas permanecen sentados de espaldas al público. Kameko Kichizaemon, un famoso actor de kabuki del siglo XVIII, escribió que no era conveniente que el actor se relajara ni aún en la más pasiva de las situaciones. «Cuando estoy sentado ejecuto toda la danza en mi mente. Si no lo hiciese, la vista de mi espalda aburriría al espectador».

En occidente, las virtudes teatrales de la omisión fueron ejercidas del modo más sublime por el ya legendario Ian Wilenski. Como todos sabemos, este artista continuaba desarrollando su energía actoral aún cuando su personaje no estuviera en el escenario. A decir verdad, era precisamente en esos momentos de ausencia cuando Wilenski hacía notar su increíble capacidad de no expresar.

“WAKEFIELD” DE NATHANIEL HAWTHORNE – FRAGMENTO LEONADO: “WAKEFIELD: ¡QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA!” – 29/3/2015)

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El Club de los Leones- Fragmento Leonado HawthorneRecuerdo haber leído en alguna revista o periódico viejo la historia, relatada como verdadera, de un hombre -llamémoslo Wakefield- que abandonó a su mujer durante un largo tiempo. El hecho, expuesto así en abstracto, no es muy infrecuente, ni tampoco -sin una adecuada discriminación de las circunstancias- debe ser censurado por díscolo o absurdo. Sea como fuere, este, aunque lejos de ser el más grave, es tal vez el caso más extraño de delincuencia marital de que haya noticia. Y es, además, la más notable extravagancia de las que puedan encontrarse en la lista completa de las rarezas de los hombres. La pareja en cuestión vivía en Londres. El marido, bajo el

“PREFERIRÍA NO HACERLO” – HERMAN MELVILLE (FRAGMENTO LEONADO: “PREFERIRÍA NO HACERLO: UN GESTO DE BARTLEBY PARA NUESTRO TIEMPO” – 31/1/2015)

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  • El Club de los Leones- Fragmento Leonado MelvilleAparición de Bartleby: primera descripción (Fragmento 1)

“Mis primitivas tareas de escribano de transferencias y buscador de títulos, y redactor de documentos recónditos de toda clase aumentaron considerablemente con el nombramiento de agregado a la Suprema Corte. Ahora había mucho trabajo, para el que no bastaban mis escribientes: requerí un nuevo empleado.

En contestación a mi aviso, un joven inmóvil apareció una mañana en mi oficina; la puerta estaba abierta, pues era verano. Reveo esa figura: ¡pálidamente pulcra, lamentablemente decente, incurablemente desolada! Era Bartleby.”

“Bartleby o la fórmula” (FRAGMENTO ESCOGIDO DE “Herman Melville: Bartleby o la fórmula” – GILLES DELEUZE)

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Deleuze FragmentosBartleby no es una metáfora del escritor, ni el símbolo de nada. Se trata de un texto de una violenta comicidad, y lo cómico siempre es literal. Se asemeja a las narraciones de Kleist, de Dostoievski, de Kafka o de Beckett, con las cuales forma una subterranea y brillante secuencia. No quiere decir más de lo que literalmente dice. Y lo que dice y repite es PREFERIRÍA NO HACERLO, I would prefer not to. Es la fórmula de su gloria, y todos sus lectores fascinados la repiten. Un hombre delgado y pálido ha pronunciado esta fórmula que inquieta a todo el mundo. ¿En qué consiste la literalidad de la fórmula?

Se notará ante todo un cierto manierismo, una cierta solemnidad: el uso de prefer en este sentido es raro, y ni el jefe de Bartleby, el abogado, ni los empleados lo utilizan habitualmente (Extraña palabra que yo jamás utilizo…»). La fórmula más corriente sería I had rather not. Pero, por encima de todo, la extravagancia de la fórmula supera las propias palabras: aun siendo gramatical y sintácticamente correcta, su abrupta terminación NOT TO, al dejar en lo indeterminado aquello que rechaza, le confiere un carácter radical, una especie de función – límite. Y su repetición, su insistencia, la hacen aún más insólita en su totalidad. Susurrada con una voz suave, paciente, átona, se convierte en algo imperdonable, en un aliento único e inarticulado. En este sentido, está dotada de la misma fuerza- y desempeña el mismo papel- que si se tratara de una fórmula agramatical. (…)

Borges CitácoraDe todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.

Borges – «Borges oral»

Citácora: Borges

Citácora

La interpretación de las culturas (Fragmento escogido de «El club de los negocios raros» – G.K. Chesterton)

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Chesterton Fragmentos“El profesor Chadd acababa precisamente de publicar en una revista un artículo titulado: «Los intereses de los zulúes y la nueva frontera de Makango», en el cual, además de hacer un riguroso estudio científico de las costumbres del pueblo de T’Chaka, protestaba de forma vehemente contra determinadas injerencias de los ingleses y los alemanes en dichas costumbres. El profesor estaba sentado con la revista delante, las lentes centelleantes bajo la luz y una arruga en la frente, no de cólera, sino de perplejidad, en tanto que Basil Grant se paseaba de un lado a otro haciendo estremecer la estancia con su voz, jovialidad y su sólido paso.

-Lo que inspira mis objeciones no son sus opiniones, mi estimado Chadd -decía-, sino usted. Usted hace muy bien en defender a los zulúes, pero, a pesar de todo, no simpatiza con ellos. No cabe duda de que usted conoce la manera que tienen los zulúes de guisar los tomates y la oración que rezan antes de abrirle la cabeza a uno; pero, a pesar de todo, no los comprende tan bien como yo, que no distingo un cocodrilo de un caimán. Usted está más instruido, Chadd, pero yo soy más zulú. ¿Por qué será que los pintorescos salvajes de la tierra son defendidos siempre por gentes que constituyen su antítesis? ¿Por qué? Usted es un hombre sagaz, usted es un hombre benévolo, usted es un hombre enterado; pero, amigo Chadd, no es usted un salvaje. No viva usted más tiempo bajo esa ilusión. Mírese al espejo. Pregunte a sus hermanas. Consulte al bibliotecario del British Museum. Contemple este paraguas -y Basil alzó en el aire el triste aunque respetable objeto-. Contémplelo. Durante diez mortales años le he visto yo con este objeto bajo el brazo y no me cabe la menor duda de que ya lo llevaba usted a la edad de ocho meses. Sin embargo, nunca se le ha ocurrido lanzar un alarido salvaje y dispararlo como una jabalina… así… Y Basil arrojó por el aire el paraguas, que pasó rozando la calva del profesor y cayó con estrépito sobre un montón de libros, haciendo tambalearse un jarrón. El profesor Chadd no dio muestras de la menor emoción y continuó con la cara vuelta hacia la luz y con la frente arrugada.

EL CLUB DE LOS LEONES 10/08/2014 – “NO ES UN DÍA CUALQUIERA” RADIO NACIONAL DE ESPAÑA

"No es un día cualquiera" - RNE

El Club de los Leones - No es un día cualquiera, 10 de agosto de 2014

(La sección de “El Club de los Leones” comienza en el minuto 33:19)

Lola Barroso, en su clásica sección de “El Club de los Leones “, que integró la versión de verano de 2014 de “No es un día cualquiera” en RNE, conducida por Carlos Santos.

En esta ocasión nos recomienda:

  • Recomendaciones de los escuchantes
  • Música: “Sueño (Álbum de la juventud)”- Robert Schumann
  • León del día: Pepa Fernández
  • Libro recomendado: «Casi un juguete» – Blanca Lacasa
  • Librería: Gibernau http://www.gibernau.net/

EL CLUB DE LOS LEONES 9/08/2014 – “NO ES UN DÍA CUALQUIERA” RADIO NACIONAL DE ESPAÑA

"No es un día cualquiera" - RNE

El Club de los Leones - No es un día cualquiera, 9 de agosto de 2014

(La sección de «El Club de los Leones» comienza en el minuto 32:05)

Lola Barroso, en su clásica sección de «El Club de los Leones «, que integró la versión de verano de 2014 de «No es un día cualquiera» en RNE, conducida por Carlos Santos.

En esta ocasión nos recomienda:

  • Libro: «Bella del señor» – Albert Cohen.
  • Música: «L´hymne à l´amour» – Edith Piaf
  • León del día: Ángeles Caso

“Las últimas palabras de Werther” – Johann Wolfgang von Goethe (Fragmento Leonado: “Morir de amor: el amor y la muerte en Goethe y Wilde” – 14/12/2014)

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El Club de los Leones- Fragmento Leonado GoethePor última vez, abro estos ojos por última vez. Ya no volverán a ver el sol; el día gris y con neblina lo mantiene oculto. Así es, ponte de luto, naturaleza. Tu hijo, tu amigo, tu amante está llegando a su fin. Lotte, es una sensación sin igual, pero es lo que más se asemeja al sueño inconsciente en el que uno se dice: este es el último amanecer. ¡El último! Lotte, ya no encuentro sentido a la palabra ¡último! Acá estoy, en posesión de todas mis fuerzas, y mañana estaré inerte, tirado en el piso. ¡Morir! ¿Qué significa eso? Mira, cuando hablamos de la muerte, soñamos. He visto morir a unos cuantos. Pero la humanidad es tan limitada que no encuentra una explicación para el comienzo ni para el fin de su existencia. ¡Todavía mía, y tuya! ¡Tuya, oh amada mía! Y dentro de un momento, separados, alejados, ¿tal vez para siempre? ¡No, Lotte, no! ¿Cómo puedo dejar de ser yo? ¿Cómo puedes dejar de ser tú? ¡Si somos! ¡Dejar de ser! ¿Qué significa? ¡Otra de esas palabras! Un sonido vacío, sin mayor importancia para mi corazón. Muerto. ¡Lotte! Sepultado en la tierra fría, tan estrecho, tan oscuro. Tuve una amiga que lo fue todo para mí en mi cándida juventud. Murió y acompañé el féretro, me quedé junto a la tumba para ver cómo descendían el ataúd y el ruido seco de las sogas cuando lo soltaron y volvieron a ser recogidas hacia arriba, después, la primera palada de tierra, otro sonido sordo al golpear la tierra sobre el cajón, una y otra vez, hasta quedar cubierto. Me dejé caer junto a la tumba, conmovido, estremecido, angustiado, desgarrado en lo más íntimo de mí ser. No supe lo que me estaba pasando, lo que me pasará. ¡Morir!, ¡sepulcro!, ¡ya no entiendo estas palabras!

“La muerte de Sibyl Vane” – Oscar Wilde (Fragmento Leonado: “Morir de amor: el amor y la muerte en Goethe y Wilde” – 14/12/2014)

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El Club de los Leones- Fragmento Leonado WildeNada más terminar la obra, Dorian pasó entre bastidores, para dirigirse al camerino de la actriz. Encontró allí a Sibyl, con una expresión triunfal en el rostro y los ojos llenos de fuego. Estaba radiante. Sonreía, los labios ligeramente abiertos, a causa de un secreto muy personal.

Al entrar Dorian, la muchacha lo miró y apareció en su rostro una expresión de infinita alegría.

-¡Qué mal he actuado esta noche, Dorian! -exclamó.

-¡Horriblemente mal! -respondió él, contemplándola asombrado-. ¡Espantoso! Ha sido terrible. ¿Estás enferma? No puedes hacerte idea de lo que ha sido. No te imaginas cómo he sufrido.

La muchacha sonrió.

-Dorian -respondió, acariciando el nombre del amado con la prolongada música de su voz, como si fuera más dulce que miel para los rojos pétalos de su boca-. Dorian, deberías haberlo entendido. Pero ahora lo entiendes ya, ¿no es cierto?

-¿Entender qué? -preguntó él, colérico.

-El porqué de que lo haya hecho tan mal esta noche. El porqué de que de ahora en adelante lo haga siempre mal. El porqué de que no vuelva nunca a actuar bien.